domingo, 12 de octubre de 2008

Mehru, El Señor del Valle

¿Por que soy escritor? Por que soy niño. No he superado la etapa del "ohhhhhhh". Algo extraño ocurrió en mi cerebro que hace que yo redescubra las cosas todos los días. ¿Secuela del corrientazo que recibí de niño? Bueno, hace algunas semanas redescubrí el hielo a través de una noticia: Nevó en Africa. Que fascinación debieron haber sentido aquellas personas, al ver caer nieve por primera vez en sus vidas. Ese mismo deleite lo sentí yo al leer la crónica y me inspiró a hacer un Pequeño cuento-leyenda. No es exactamente mi estilo, pero el ejercicio valió la pena. A ver que opinan:

Mehru, El Señor del Valle.


Hace muchos años vivía en la aldea con sus padres un niño llamado Ngoru. Ellos se dedicaban a sembrar el campo. El se levantaba cuando cantaba el gallo y se iba con su padre a cultivar yuca y mandioca.

El campo del papa de Ngoru era grande, se tardaba una mañana en recorrerlo completo. Colindaba con el río, lo cual era muy apreciado por que tras un dia hincado poniendo matitas era un alivio zambullirse y sentir como las aguas refrescaban la cabeza y los pies. Cuando Ngoru se cansaba de jugar su mirada recorría el horizonte, más allá de las plantaciones y del manto verde del bosque, donde se erguia Mehru el protector del Valle.

El era imponente, cubría toda la vista, con su mole. Ngouru lo veía y no se cansaba de admirar tanto poder.

-¿Qué es eso blanco que tiene arriba de el, apa?
-Eso es la señal de que Mehru esta en casa.
-¿La señal? ¿Que señal?
-Los reyes tienen sus edecanes, Mehru también tiene sus propias señales-Le respondió sonreído su padre.

Aquellos días, comenzaron a antojarse muy calientes. El sol se enojó con los habitantes del valle. Claro, los hombres son ingratos y solo se acuerdan de el cuando no está, pero nadie le importa cuando aparece todos los días a las 6 am para iluminar las veredas y alumbrar los llanos. Ahora estaba enojado y quería que todos lo supieran.

Ahora, ya no se podía andar descalzo, el calor cocinaba los pies, la tierra de soportar tanta furia se rajaba. Los pobladores estaban preocupados, habían consultado a los brujos, hecho sacrificios, recorrido el pueblo de rodillas pero nada, el sol quería hacerlos sufrir.

Ngoru se sentía triste, ya no habia salidas con su padre a sembrar, ni tampoco al río que ya era quebrada. ¿Qué tal si le pedía al gran Señor que intercediera por ellos? Le dijo su idea a su padre, este lo reprendió: este era asunto de adultos no de niños. Pero el era de cabeza dura así que todos los mediodías, iba a la quebrada a buscarlo, ahora se veía más claro, los cultivos ya no estaban, el verde tampoco. Solo estaba el, grande e imponente.

-Mehru, gran protector. Habla con el sol para que baje el calor.-Rogaba todos los días.


Sin embargo el aparecía impasible y sereno. Pasaron las semanas y el sol encolerizado seguía. Ya no había agua para los animales, ahora comenzaban a morir. Su familia caía desesperada pero Ngoru seguía en su empeño.

-¡Apa! ¡Apa! – gritó ubiendo a su casa-Mehru habló, Mehru habló. Intercederá por nosotros.
-Pero de que hablas, Ngo. No gastes tus fuerzas que ya el alimento se nos acaba tambien.
-Apa, pero hazme caso. Mira la cumbre, ya no se ve. Esta preparándose para viajar al sol
-Ay Mi hijo, ya se está volviendo loco. Perdona nos por favor, misericordia- concluyó el papá

Esa noche, un gran viento se sintió, las puertas azotaban, las ventanas se rompieron. Toda la población se quedó dentro de sus casas, pensando que el fin del mundo había llegado. Sin embargo antes que el sol amaneciera ya todo se había calmado. Cuando salieron los primeros rayos, que gran sorpresa se llevaron todos cuando encontraron sus tierras cubiertas por una suave capa blanca. -¡El señor Pasó! ¡El señor paso! Gritaba Ngouru mientras cogía los pedazos. Estos se sentían deliciosamente fríos y cosa mágica cuando el sol los tocaba se convertían en agua. Donde antes hubo desesperación, ahora había alegria. Los niños formaban bolas y se los lanzaban en juego, los pobladores los almacenaban en cubos.

En la tarde, las nubes comenzaron a hacer su aparición. El disco dorado, poco a poco calmo su furia, dejó a un lado sus rencores con la gente de la tierra y dejó que el agua se los llevara; un acto de perdón. Es por eso que desde ese momento el pueblo nunca más se olvidó del sol ni tampoco a su protector el gran Mehru el Señor del Valle.


(Las fotos para ilustrar este cuento-leyenda las saque de:
http://www.gulf-times.com/site/topics/article.asp?cu_no=2&item_no=239496&version=1&template_id=39&parent_id=21. Este link Habla del fenomeno que ocurrió en Kenia. Mi unico proposito es ilustracion, si hay alguien que siente que he vulnerado sus derechos favor notificar y la foto se retira.
la foto de la montaña es colección personal mía)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Verdaderamnete impresionante. Sigue escribiendo cosas así. Matías.

Nencita dijo...

Delicioso tu cuento, muy bueno. Quisiera leer más de lo que escribes y así, conocer más al escritor.

Marlene