domingo, 19 de junio de 2011

Inspirado por Vargas Llosa

Tengo que admitir que mi relación con Mario Vargas Llosa es muy singular(relación escritor-lector para aclarar ya que ni el hola nos hemos cruzado) Apenas he leído una sola novela de el, sin embargo de sus ensayos con la excepción que hizo de Onetti los he leído todos. De estos hay uno especial, el cual será causa que algún día lo demande, por los posibles perjuicios que me cause esta inspiración: "La tentación de lo imposible".

Este es un sesudo análisis de la novela "Los Miserables" de Victor Hugo. Ameno, didáctico, me hizo entender muchas cosas de la novela que en mi adolescencia me hizo pasar dos semanas obsesionado, y de paso conocer más de la vida del autor. Sin embargo aquello que despertó mi imaginación y que puso a volar mi mente como el baboso idealista que todavía soy, fue el conocer un poco más de lo que piensa Vargas Llosa acerca del arte de la pluma.

Cito: “Los mundos bellos e ideales –Imposibles como diría Lamartine – en que una ficción lograda, transporta a los lectores, revelan a éstos, a contrapelo, las imperfecciones del mundo en el que viven y los enfrenta a esta evidencia: que la vida real es pequeña y miserable en comparación con las esplendidas realidades que construyen las ficciones logradas…” Continua más adelante: “no es precisamente un entusiasmo sino un malestar lo que dejan las buenas ficciones en el espíritu de los lectores que contrastan aquellas imágenes con el mundo real: la sensación de que el mundo está mal hecho, de que lo vivido está muy por debajo de lo soñado e inventado. Nadie dice que de esta comprobación resulte, de manera inevitable y automática el entusiasmo por la acción…
…Pero no importa que nada de esto ocurra aquel malestar es de por si subversivo bajo un régimen que busca controlar al individuo entero…”

Este párrafo fue más que suficiente para ponerme a reflexionar sobre el rol de un un escritor en los tiempos modernos. Se me vino a la mente el mito de Prometeo, el hombre que robó el fuego a los dioses para dárselo a los hombres que vivían en la oscuridad. Creo que es similar el rol de alguien que crea un mundo imaginario con reglas propias y que luego se da a la tarea de trascribirlo en papel. Con algo de suerte y mucho talento, esta creación iluminará la vida de muchas personas, que viven en la oscuridad y cercados por límites impuesto a conveniencia de los más poderosos: Hacerlos soñar, transportarlos a ese lugar sin reglas ni límites. Una vez allí no hay gravedad que lo ate a la tierra ni fuego que lo mantenga a uno alejado. Solo hay voluntad y placer entrelazados, formando al final una sola palabra: “libertad”.

Al despertar, muchos se quedarán apenas la sensación de nostalgia, y otra vez a buscar los zapatos y ajustar las cadenas. Pero hay algunos, que al volver al mundo “real” la experiencia de haber estado en un lugar tan perfecto sientan la sensación de querer trasladar ese sueño a su cotidianeidad, es ahí , en ese momento que algo muy interesante puede pasar. De un sueño puede nacer una idea y de una idea puede nacer el ímpetu a la acción, tal vez no ocurra, tal vez esa semilla llamada a germinar nunca lo haga, pero ¿Quién querría llevar el peso de lo que hubiera ocurrido si lo hubiera intentado? Es, por eso que haciendo memoria de lo que un famoso escritor mexicano decía que el escritor tenia responsabilidad de denunciar a las estructuras podridas y corrompidas de la sociedad, yo con esa natural osadía ariana que tengo pudiera añadir que artista en general que se queda en la crítica en un momento dado llega a ser estafa, ¿Quien quiere comprar un libro de 15 o 20 dólares cuando el diario de 35 centavos ofrece la misma carga de denuncia, sangre y corrupción? Un escritor que realmente desee ayudar con su arte debe denunciar pero también debe traer el fuego del Olimpo, el sueño imposible, esa picazón que Vargas Llosa deja entrever existe en su ensayo y que es provocada al pensar más allá de la caja y de los límites impuestos.