domingo, 18 de enero de 2009

Un Sabado en el JazzFest


Ayer como ya se ha vuelto tradición en Panamá culminó el festival de jazz. Aprovechando que en este mes de enero me he quedado mas de la cuenta en Panamá fui a ver que había de nuevo y bueno éste año.

Era media tarde. La función había empezado. Los fanáticos de linea de dura habían ocupado desde hace ya tiempo los lugares más cerca del escenario con sus sillas y “coolers”. En tarima estaba un grupo cuyo nombre en este momento no me acuerdo, finalizando su función. Habia llegado a tiempo para caminar por el parque, en espera del próximo grupo.

¡Que calor! Vamos por una cerveza. Nada de marcas del patio por favor que estamos en un festival internacional. Fui al quiosco y pedí mi respectiva Heineken. ¡3 dolares! ¿Las enviaron de Holanda pagando tiquete de avión? No, solo que hay una diferencia entre tomártela en la casa de un amigo y en un festival de Jazz. Aquí la espuma se impregna de cultura y eso vale más.

Tras la breve interrupción técnica siguieron Alex Conde y después el cuarteto de Berkley. Ambos muy buenos, pero que me hicieron recordar por que no soy un adepto al jazz: Las improvisaciones y su formato libre. A mis oídos una serie de sonidos inconexos, sin lógica pero que por la reacción del publico para alguien significan algo. En definitiva esto es música para círculos elegidos, aquellos que tienen las llaves que convierten lo ruidoso en armónico.


Dos horas y media después, el sol se mostraba algo compasivo. El parque comenzó a parecer chico, casi no se podía caminar sin tropezarse con alguien. Era el turno de un duo de violin y violoncello, inaugurando la seccion de musica clasica del jazzFest. Excelente ejecución solo que para la proxima seria mejor elegir temas un poco más movidos. Tengo una hipótesis donde la cantidad de "beats" de una pieza musical va directamente proporcional a la temperatura del lugar. Tocar algo suave y lindo esta muy bien en un ambiente formal con aire acondicionado, pero al aire libre con 34 grados y con un ambiente que asemejaba más un gran dia de campo, no era el momento para apreciar sutilezas y detalles.

Llegó el momento para que Proyecto Tuira apareciese en el escnario, grupo que conocía de años ya. Cuando solo eran dos y sus letras en aquellos tiempos eran crónicas de mi país frescas y llenas de sentimiento. Ahora eran una pequeña orquesta(acordeonista incluido) y sin embargo algo se perdió en el camino. ¿Acaso la frescura es privilegio de la juventud? Siguieron los temas pasando, faltaban un par de grupos más por degustar pero para mi el festival tocaba a su fin. Si, las obligaciones del mundo adulto, cosas por hacer y libros por estudiar. No me fui sin antes buscar otra cerveza “culta” y mirar con algo de nostalgia a mi grupo de juventud terminar su presentacion agradando a mi oído pero dejando sin alimento a mi corazón.

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